30.4.07


La Mala Educación




Así reza el título de otro entramado Mediterráneo Almodovarianis Communis, que cuenta la historia del sistema educativo por parte del clero a mediados del siglo XX en paralelo al desarrollo del gusto cinéfilo.

Pero no me refiero, hoy al menos, a esa película (aunque le dedique el párrafo anterior), sino quizá, a una gran cantidad de ciudadanos, que da la casualidad que rondan los años acreditativos para demostrar que ellos vieron el nacimiento de “la estrella Sara Montiel” y que justamente abogan por demostrar que tienen o conservan lo peor que te puede dar un sistema moderno de enseñanza dentro del mundo contemporáneo: “La mala educación”, así de claro.

“Soy maleducado, porque yo lo valgo”, grita el anuncio de shampoo para la tercera edad. Yo no lo entiendo, os voy a contar que me pasa por la cabeza.

Antes he de decir, que yo por lo general pese al regaño de allegados, no tengo ningún problema a la hora de hacer pasar delante a gente mayor, mujeres, niños o heridos antes que yo al subir al transporte público, pues considero (por educación) que ellos deben tener mejor sitio que yo o que deben viajar más cómodos que yo.
Lo de dejar pasar mujeres en la sociedad actual me trae, sin embargo, “filosóficamente” mas problemas de los que debiera, puesto que a la hora de plantearlo desde un punto de vista teórico me he encontrado que a muchas les molesta esa “diferencia”. En la práctica, lamentablemente, ellas tienen la misma educación que yo por lo visto, porque no solo insisten por medio de movimientos que desean pasar primero, sino que si su estado físico se lo permite, te arrollan (pero es harina de otro costal que también podrá ser leído).
Esto señores/as, es MI educación, no quiere decir que sea buena o mala, es simplemente como se nos enseña en otras partes a convivir con el que está al lado y en ese sentido, todo correcto. Al menos no tengo una lucha interior al respecto.

(Ayer) Hoy Domingo mientras me dirigía a casa de mi tía a merendar, esperaba el Bus tranquilamente en la Diagonal, yo llegué apenas se marchó el anterior que “me servía”, razón que me dejó primero para el próximo. El tema es que comenzó a llegar gente, joven, no tanto y no tan no tanto, y no había problemas. Cuando llegó el Bus en cuestión, dos señoras mayores, que acababan de llegar se plantaron delante de la puerta y atropellaron todo lo que hiciera falta y más para entrar al bus. Señoras bien vestidas. Señoras que rondaban los 70. Señoras que no se les veía o notaba, lo que llanamente decimos “cascadas” sino con un estado físico asombroso para la edad que aparentaban. Y un estado de Comando de lo mas actual por la decisión de cada paso que daban. En teoría unas SEÑORAS, en práctica, unas maleducadas de m....
En otra ocasión, yo con la pierna vendada a raíz de una caída sentado en el sitio de “prioritarios”, tuve que aguantar un par de bastonazos para que me moviera de allí, obviamente les envié a tomar por saco, y que gastaran sus fuerzas en agarrarse en vez de pelear con el bastón a lo Mortal Kombat.

Esto no es la primera vez que me pasa o que lo veo. El mero hecho de ser mayor lleva de la mano el derecho a comportarse como se les ocurra. Tienen derecho a un asiento en el Bus o en el Metro para descansar...
... aunque recién han salido de la disco.

Y de ser así las cosas, de hacer valer por la fuerza del atropello, el bufido, el regaño, el bastón, el empujón, las lecciones morales a espaldas del implicado, o el olor a laca a la décima potencia; lo único que demuestran, o ME demuestran, es que en vez de criticar a la juventud y aprender a manejar Internet, deberían volver al colegio para aprender a tratar a sus iguales como lo somos los seres humanos de menor recorrido.

Yo no se por qué, debe existir un derecho en el inconsciente colectivo de la tercera edad que dice “El mundo es nuestro”. NO JODER!!!, el mundo es de todos, probablemente tu, anciano de buena cara no quieras contarle al mundo tus mierdas de otrora, porque esa careta bondadosa ya no podría cubrir tanta maldad.

En realidad, el mundo es vuestro, porque es lo que DEBERÍA constar en NUESTRO inconsciente colectivo, el mundo es vuestro porque estamos hoy gracias a ustedes, el mundo es vuestro porque la sociedad en la que vivimos es fruto de algo que plantaron ustedes, el mundo es vuestro porque en cientos de culturas ustedes han sido condecorados de “sabios” en base a todo lo que habéis aprendido con todas vuestras equivocaciones, el mundo es vuestro y deberíamos cuidarlos. El mundo es vuestro, siempre y cuando os lo hayais ganado. A ver si ahora salen los asesinos del paleolítico a intentar ganarse lo que estaría bien, en base a su edad en vez de sus acciones.

Porque no os olvidéis que antes que el pensamiento comunitario está la persona, y cuando esta sale a flote, realmente se ve con quien estamos tratando.

Esto es como todo, no se puede globalizar, pero hay una gran cantidad que entran en este paquete. Y yo estoy plenamente convencido que el que es viejo y gilipollas, ha sido gilipollas toda su puñetera vida. Gracias a X, no somos todos asi.


Se lo dedico a MIS abuelos/as, que jamás han demostrado una actitud como las que cito, y que son o fueron unos/as genios/as.


A MIS sabios ancianos.

Alberto, Juana, Luis, Maria Luisa, Gino y Blanca.

Gracias por el ejemplo.

19.4.07

¿Work or not?

El otro día (hace tiempo xD) leía un artículo de Steve Pavlina, llamado 10 razones para no tener un "trabajo". Entrecomillo "trabajo", porque básicamente no está encaminado a no trabajar, sino a las contras (y por tanto las cosas a mejorar) que tiene el hecho de trabajar para un tercero o una empresa.

Leí esta entrada en el Blog de Pavlina tiene un tiempo, y pude retomarla hace poco (ahora si) revisando cosas interesantes en el excelente blog de El Sentido de la Vida adaptada (como muy bien dice) al castellano.

Paso a copiar esa entrada de GonzoTBA (creo que su trabajo lo merece) y lo hallareis AQUI

El artículo original (en inglés)

1. Desconectar tiempo e ingresos

Cuando uno entra en un puesto de trabajo, lo que está haciendo es pasar a cambiar su tiempo por dinero. Cuando piensas en la hipoteca a final de mes, en realidad no estás pensando en la cantidad de dinero que vas a tener que pagar, sino en las horas que vas a tener que pasar en la oficina. ¿Haciendo qué? Da igual, te pagan por tu tiempo.

En realidad a la mayor parte de la población mundial le importa muy poco el tiempo que pases en tu puesto de trabajo. Quizá sólo tu jefe y Minglanillas estén interesados. Al resto lo único que nos importa es el valor de lo que puedas generar. ¿Cuánto pagarías por este artículo? ¿Pagarías el doble si en vez de dos horas me hubiera costado cuatro?

Está bien echar un vistazo a lo que se considera "normal" para ver cuáles son las posibilidades que ofrece la no-normalidad. En este caso, la primera conclusión a la que llegamos es que hay que desconectar los conceptos de tiempo y dinero.

2. Experiencia limitada

Uno puede pensar que es interesante tener un trabajo para adquirir experiencia. El problema es que el tipo de experiencia que se adquiere es la que proporciona la capacidad de realizar una función determinada de manera repetitiva. Al principio se aprende mucho y luego te quedas estancado, perdiendo mientras tanto la posibilidad de adquirir nuevas experiencias que a la larga pueden resultar mucho más valiosas.

¿Qué va a pasar con la experiencia que posees en tu puesto de trabajo? Si dejas de trabajar con Java, ¿cuánto Java recordarás de aquí cinco años? ¿Existirá Java en tres años?

¿No sería mucho más importante adquirir experiencia en cómo hacer dinero por tu cuenta?

3. Una domesticación que dura una vida

Conseguir un trabajo es como enrolarse en un programa de domesticación humana. Uno aprende a ser una buena mascota.

¿Te gusta tu cubículo? ¿Has crecido lo suficiento como para llegar a apreciar el color beige de las paredes? ¿Qué tal el entrenamiento? ¿Se te recompensa por tu buen comportamiento? ¿Te enseñan lo que es la disciplina si no eres capaz de cumplir las órdenes que te proporcionan?

El empleado, el perro de Pavlov y la rata en el laberinto persiguiendo el puto queso.

4. Demasiadas bocas que alimentar

De cada nómina se retiene aproximadamente una burrada en concepto de impuestos. Estos impuestos están diseñados para disfrazar la cantidad de dinero que se queda por el camino ya que una parte la paga tu empleador y otra parte la pagas tú. De todas maneras, puedes estar seguro de que tu empleador considera que todos esos impuestos son parte de tu salario, así como cualquier otra compensación que recibas como beneficios. Incluso el alquiler de la oficina que estás ocupando entra en las cuentas, así que tienes que generar por lo menos más valor de lo que cuestan las paredes entre las que te mueves. Más vale que te guste tu oficina, porque la estás pagando todos los meses.

Otras partes de tu sueldo van destinadas a pagar a inversores y a propietarios, y eso son muchas bocas que alimentar.

Al final a ti te llega una pequeña parte del valor que estás generando. Tu salario real es aproximadamente el triple de lo que recibes, pero nunca verás la mayor parte de ese dinero. Va directo al bolsillo de otras personas. Y tú que pensabas que eras una persona egoísta...

5. Demasiado riesgo

La mayor parte de los empleados creen que encontrar un trabajo es la manera más segura de obtener un sustento económico. La gente cree eso porque el condicionamiento social hace maravillas.

Estás poniendo tu única fuente de ingresos en manos de tu empleador, que puede deshacerse de ti con dos palabras: "Estás despedido" (generalmente empleará más). ¿No sería más seguro tener diez fuentes de ingreso que una sola que dependiera de una única persona? ¿Dónde está el sentido común cuando se le necesita?

La idea de que un trabajo es la manera más segura de hacer dinero es sencillamente estúpida. No puedes tener seguridad si no tienes control, y nadie tiene menos control que los empleados. En realidad, los empleados deberían ser llamados "Jugadores Profesionales".

6. Tener un idiota por jefe

En el mundo del emprendedor, si te encuentras a un cretino puedes dar media vuelta y largarte por otro camino. En el mundo corporativo, cuando vas andando y chocas contra un gilipollas, lo único que puedes hacer es decir "Disculpe, jefe".

7. Mendigar dinero

Cuando necesitas aumentar tus ingresos, ¿qué haces? Te levantas y vas a pedir más dinero a tu dueño. Ten en cuenta que tus padres podían ceder porque eras su hijo, pero a tu jefe no puedes ir con el mismo cuento. En cualquier caso, ¿qué tal sienta que te lancen unas migajas aquí y allá de vez en cuando? Si eres bueno te darán una chocolatina.

¿No sería mucho más razonable ser tú el que decidiera cuánto dinero quieres recibir a cambio de tu trabajo?

8. Una vida social endógámica

Mucha gente sale por las tardes con gente de su trabajo. Pasan su tiempo con las mismas personas trabajando en los mismos campos. Se trata de relaciones incestuosas que se convierten en callejones sin salida. Las conversaciones versan sobre los nuevos ordenadores que van a instalar, o si el día de nochebuena habrá que trabajarlo por la mañana, o sobre quién será el que se lleva los bolígrafos de punta fina que desaparecen del almacén. Podríamos salir y hablar con gente nueva, pero joder, eso da miedo. Mejor quedarse donde no hace frío.

Si uno de tus co-esclavos es vendido a otro dueño... ¿pierdes un amigo? Si en tu trabajo sólo hay tíos, ¿es la secretaria la única mujer en el mundo con la que puedes hablar?

¿No sería mejor poder decidir con quién te relacionas y con quién no?

9. Pérdida de libertad

Se precisa de un gran esfuerzo para convertir un ser humano en un empleado. Lo primero que tienes que hacer es terminar con su voluntad propia. Lo mejor es proporcionarle, en cuanto entra por la puerta, un grueso manual con el código de conducta, un tocho lleno de normas y reglas sin sentido. Esto consigue que el empleado sea maś obediente, ya que percibe que podría ser disciplinado en cualquier momento por cualquier cosa que escape a su entendimiento. Al final el empleado concluye que lo suyo es comulgar con ruedas de molino para evitarse desgracias.

En algunos lugares a los empleados se les explica cómo tienen que vestir, cómo tienen que actuar. No se les puede dejar pensar por sí mismos, eso lo arruinaría todo.

10. Convertirse en un cobarde

Los empleados siempre se quejan airadamente de los problemas de la compañía. En realidad no quieren soluciones, sólo quieren poder decir, llegado el caso, que la culpa fue de otro. Si no le puedes decir a tu jefe de vez en cuando que es un capullo sin que te despida, entonces te has convertido en propiedad de tu dueño.

Si trabajas rodeado de cobardes durante todo el día, ¿no crees que se te va a terminar pegando algo? Por supuesto. Es sólo cuestión de tiempo que termines sacrificando las partes más nobles de tu humanidad en el altar del miedo: primero el coraje, luego la honestidad, luego el honor y la integridad... Finalmente tu voluntad propia.

Has vendido tu humanidad por una ilusión, y ahora tu mayor miedo es descubrir la mentira en la que te has convertido.

Vivir feliz sin un trabajo

¿Y cuál es la alternativa a buscarse un trabajo? La alternativa es vivir felizmente sin un curro y generar dinero a partir de otras fuentes. Date cuenta de que ganas dinero proporcionando un valor (no tiempo), así que busca una manera de proporcionar un valor a través de algo que sepas hacer bien y cobra un precio razonable por ello.

Una de las maneras más sencillas es comenzar tu propio negocio. Cuesta más tiempo y esfuerzo empezar tu propio camino, pero tu libertad bien vale la inversión inicial de tiempo y energía. Luego podrás relajarte y comprarte tus propias migajas e incluso un par de chocolatinas. Y toda la experiencia que reúnas por el camino servirá para tu nuevo trabajo: Hacer dinero sin trabajar para otro.


Os invito a que leais los comentarios que ha dejado la gente en el blog de Gonzo (aunque lo haya votado en el concurso del 20minutos y me deba una pizza, este fenómeno no me paga por hacerle publicidad) y que os ayude a esclarecer vustra propia verdad.


Yo poco puedo deciros, mas que no es un asunto baladí. Merece muchas lecturas y relecturas. Es digno de reflexión. Todos en un momento y otro padecemos o hemos padecido pros y contras que en el artículo de Pavlina se describen. Merece la pena... Yo aún lo leo.


Saludos